Actualmente tenemos la concepción dentro del ámbito de la salud que tener un problema en una parte concreta del cuerpo no altera la fisiología del resto. Es por eso que acudimos a los especialistas, porque estamos dando por hecho que una alteración, por ejemplo, a nivel digestivo no tiene nada que ver con un problema autoinmunitario. Y eso no es así.
Sin ir más lejos, todas nuestras células están conectadas entre sí. Según estén a mayor o menor distancia se comunicarán de una forma u otra. Pero siempre saben lo que está ocurriendo dentro nuestro. Es por eso que todas las células tienen diferentes receptores en su membrana como también secretan multitud de sustancias químicas al exterior según estén funcionando.
Por otro lado, si dejamos el nivel microscópico y aumentamos un poco la escala, veremos que tenemos tres sistemas que viajan por todo el cuerpo los cuales son los que permiten esta comunicación.
El primero de todos es el sistema circulatorio. Tenemos claro que nuestro cuerpo entero está repleto de vasos sanguíneos que permiten que la sangre viaje por todos los lugares. Pues bien, el sistema circulatorio no solo se encarga de transportar oxígeno y dióxido de carbono si no que nuestra sangre contiene multitud de sustancias como hormonas, neurotransmisores y proteínas que permiten avisar a las otras zonas como el cerebro o el hígado de todo lo que está sucediendo.
El segundo es el sistema linfático. Este sistema está formado por los vasos linfáticos y órganos linfoides que permiten que nuestro sistema inmunitario esté informado de todo lo que sucede. De esta manera podemos regenerar tejidos, luchar contra infecciones y desechar células que no funcionan correctamente.
El tercero es el sistema nervioso. Desde el cerebro hasta los dedos del pie, pasando por la columna vertebral estamos repletos de nervios. Este tipo de comunicación químico-eléctrica permite que nuestro cerebro conozca lo que ocurre tanto en nuestro entorno como dentro nuestro para poder responder con una acción adecuada. Por ejemplo, si siente que alguien nos va a atacar, va a aumentar la circulación de la sangre hacia nuestros músculos para que les llegue la energía y oxígeno suficiente para poder correr o luchar. Al mismo tiempo, va a bloquear funciones como la digestión ya que necesita que toda la energía se destine a salvar nuestra vida.
Podría poneros muchos más ejemplos como estos para que entendierais lo que os quiero transmitir, pero creo que estos son más que suficiente. Como seres vivos que somos, nuestro organismo trabaja como un todo, no por partes. Cada célula tiene su función dentro de nuestro ecosistema pero no trabaja de forma aislada. Depende de las señales que reciba de sus compañeras o del cerebro para funcionar de una forma u otra.
Es por eso que muchas veces cuando tenemos malestar en una zona determinada y nos centramos en trabajar solo esa parte sin entender el contexto bioquímico ni fisiológico de lo que está ocurriendo, no conseguimos resolver nuestro dolor.
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